lunes, 16 de abril de 2012

EL PACIENTE ONCOLÓGICO (Rosa Tejo y Beatriz Esteban)



Con este trabajo se pretende conocer los aspectos psicosociales del paciente oncológico, de su familia y de las personas más cercanas, para así poder entender de forma más explícita cuales son sus sentimientos y emociones con respecto a la enfermedad.


El cáncer

Existen algunos cambios físicos en común entre muchos de los pacientes de cáncer. El
cáncer en sí causa algunos de estos cambios, mientras que otros son el resultado de los
efectos secundarios por el tratamiento.

· Pérdida del cabello, incluidas las cejas y pestañas.
· Aumento o pérdida de peso.
· Aumento o pérdida de apetito.
· Cambios en los sentidos del gusto o el olfato.
· Cansancio extremo, también referido como fatiga (información más adelante).
· Piel y labios pálidos o cambios en el color de la piel.
· Desfiguramiento (por ejemplo, la pérdida de un brazo o de un seno después de una
operación contra el cáncer).
· Náuseas y vómitos.
· Falta de sueño.
· Falta de concentración.
· Cansancio extremo, pudiendo ser abrumador y se sorprende de cuanto cansancio puede sentir tras mucho tiempo de haber terminado el tratamiento.
La persona con cáncer también puede presentar estrés y problemas emocionales, lo que aumenta al agotamiento. Es normal sentirse triste sobre los cambios que surgen como consecuencia del diagnóstico del cáncer. La persona con cáncer puede pasar por algunos de estos frecuentes cambios emocionales y de humor a diario, o incluso cada hora.
· Frustración.
· Culpabilidad.
· Cambios de humor.
· Sentimientos más fuertes o más intensos.
· Sentimiento de estar desconectado o aislado de los demás.
· Soledad.
· Resentimiento.
  Al mismo tiempo, la persona puede descubrir algunos cambios positivos:
· Paz, o una sensación de tranquilidad.
· Una idea más clara de sus prioridades en la vida.
· Una apreciación mayor de su calidad de vida y de las personas que quiere.
Podrá haber momentos en que la incertidumbre y el miedo provoquen que la persona con cáncer se sienta enojada, deprimida o encerrada en sí misma. Esto es normal y forma parte del proceso de aflicción. Pueden estar llorando la pérdida de una autoimagen sana, o la pérdida del control sobre sus propias vidas.

Aspectos psicosociales de la familia

Algunas veces resulta necesario el asesoramiento, apoyo o terapia de algún miembro de la familia de un enfermo de cáncer, al sufrir trastornos clínicos o problemas personales generados por vivir una difícil situación (Astudillo et alt 1999; Barreto 2000; Davis et alt 2000; Duch et alt 1997; Echeburùa 2004; Levine et alt 1999; Romero 2003).
Según encuestas realizadas en parientes de enfermos terminales, pueden presentar los siguientes cuadros necesitados de atención especializada, esto es, que no remiten espontáneamente al poco tiempo por sí mismos (American Cancer Society 1994):
·        Trastornos psicosomáticos menores (insomnio, diarrea, gastritis, cefaleas, hipertensión,      alopecias, algias varias, etc): 63%
·         Depresión: 35%
·         Sentimientos de culpa intensas: 28%
·         Aumento de consumo de alcohol o drogas: 25%
·         Ansiedad general: 24%
·         Retracción y aislamiento social: 20%
·         Irritabilidad, agresividad: 16%
·         Hipocondría y otras ideas obsesivas: 13%
·         Somatizaciones mayores y conversiones: 11%
·         Crisis de angustia y ataques de pánico: 11%
·         Ideación paranoide: 7%
·         Ideación suicida: 6%
¿Cuál suele ser esa reacción inicial de estos allegados al enfermo cuando un cáncer irrumpe en la vida familiar?
Pues puede compararse en este sentido a la del propio paciente. Una enfermedad así afecta a todo el núcleo familiar, sobre todo a las personas adultas de ese círculo. En mi experiencia como profesional en este campo, veo que las reacciones suelen ser muy variadas. Hay familiares que enseguida ponen en marcha su capacidad de reacción tras el golpe emocional inicial y se activan para hacer todo lo que haya que hacer. También he podido ver familiares cuya reacción de angustia, de temor o de pena inicial dura demasiado, y son incapaces de brindar una ayuda a su familiar enfermo, porque esas reacciones son tan fuertes que les bloquean sus propios recursos. Esos son familiares a los que hay que ayudar.


¿Se tarda en asumirlo?
Depende de cada persona. Cada uno de nosotros tiene su propia historia. No hay un tiempo determinado, creo que más que una cuestión de tiempo, que es una respuesta que a veces dan los médicos, y que no me gusta nada, de lo que se trata es de esa capacidad personal y familiar de reacción, de elaboración de lo que está pasando, lo cual es verdad, no se da tampoco de la noche a la mañana. Si tú ves que el golpe que has recibido, tras el diagnóstico de cáncer de tu pareja, de tu familiar, te impide reaccionar como apoyo, entonces deberías pedir ayuda a un sicooncólogo.
Porque, ¿quién apoya a ese familiar, cómo puede sobrellevar ese desgaste?
La pregunta «¿Quién cuida al cuidador?» es ya un clásico. Hay  muchos familiares que abordan esta tarea, de ser los cuidadores de un familiar enfermo desde una posición serena, reflexionada, que les permite que esa carga real, no suponga tanta carga emocional. ¿Qué hace que otros cuidadores, en cambio, no puedan aguantar ese rol, y se «quemen'' enseguida? No sabría dar una respuesta general, quizás hay que ver cada caso, profundizar un poco en el caso particular. A veces, ese cuidador encuentra su apoyo en su propio entorno, en otros familiares; a veces, ese cuidador no puede contar con nadie a su alrededor, porque los demás familiares han tomado una posición de alejamiento, de menor compromiso con el familiar enfermo, o incluso de claudicación, de no querer saber nada. En nuestro caso, recibimos tanto al enfermo como al paciente.


¿Está institucionalizada, entonces, por el sistema sanitario la atención sicooncológica a los familiares o es algo que todavía necesita de mucho recorrido?
Respondo afirmativamente a ambas preguntas. Sí, el sistema sanitario está integrando la atención sicooncológica en su cartera de prestaciones. Pero es un crecimiento lento, hay que desarrollarlo aun más, aunque ya tenemos las bases para instaurar el modelo en otros hospitales. Pero es una asistencia que tienen también que integrarse con otros deberes asistenciales que realizan los sicólogos en los hospitales, y los recursos en este sentido son todavía insuficientes. Tengo esperanza en que vayan aumentando cada vez más. Pero sobre todo de lo que se trata es de esperar una asistencia especializada, esperar ser atendidos por profesionales con una formación suficiente en este campo.
Por cierto, ¿qué le diría a una mujer a la que le detectan un cáncer de mama o un hombre al que le diagnostican un cáncer de próstata? ¿para qué debe prepararse?
Les puedo decir muchas cosas; quizá, la principal es que lo siento con ellos, que puedo entender su situación, que «hay golpes en la vida -como decía el poeta peruano Cesar Vallejo- que son como del odio de dios», golpes que te hunden emocionalmente, y que, además, no acaban así, sino que te van a cambiar muchas cosas de tu vida, pero eso sí, que son situaciones que se van poder superar en muchos de esos casos. Y que van a contar con mucho apoyo.


¿Apoyo social también?
Bueno, socialmente nos hacemos eco de los problemas que pueden tener estos pacientes con cáncer durante unos días, una semana, en la que se despierta la conciencia social porque hay una fecha señalada, pero después puede que sean olvidados durante todo un año. Pero es verdad que creo que lo más importante es que todos podamos entender, no sólo los profesionales, sino también los familiares, los medios sociales, que estos pacientes con cáncer, y sus familiares, sufren de una situación emocional muy fuerte, que además permanece en el tiempo. Creo que tenemos que estar preparados para prestarles el apoyo necesario, sea como familiares o como profesionales, para que no se sientan solos en esa lucha.


Diez hábitos para prevenir el cáncer

Trate de mantenerse delgado y con un peso dentro de los rangos ideales para su talla. 
Practique entre 30 y 60 minutos de actividad física moderada cada día, como caminar. 
Evite las bebidas azucaradas y la comida chatarra. 
Durante la lactancia, amamante durante por lo menos 6 meses. 
No coma más de medio kilo de carnes rojas por semana y evite las carnes procesadas. 
Limite la ingesta de bebidas alcohólicas a un trago diario, en las mujeres, y a dos, en los varones. 
Coma 5 porciones de frutas y verduras, diariamente. 
Reduzca el consumo de sal a 6 gr diarios; evite ingerirla como conservante. 
Evite los suplementos dietéticos, a excepción del ácido fólico durante el embarazo. 
Si tuvo cáncer, siga recomendaciones nutricionales de un profesional, realice actividad física y mantenga un peso adecuado.

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